¿Existe el cuerpo? ¿No será que se trata de una metáfora, de una abstracción de un objeto saturado, cubierto, velado, marcado de signos y símbolos contradictorios y excluyentes? Cuerpo opaco, refractario, enigmático. Algo más se oculta en ese cuerpo, algo que se escapa como una serpiente debajo de una piedra. Algo más, una interrogación, una pregunta.
Ante esa multiplicidad diabólica del cuerpo, esta irónica sustracción/saturación del sentido, no queda más que construir metáforas y símbolos, siempre con el riesgo de quedarnos más acá, ajenos al contacto.
La fotografia tiene un doble juego: mostrar y ocultar. El objeto real, paradójicamente, al ser capturado, deviene metáfora y símbolo. El estupor, el asombro que produce la imagen de un cuerpo encierra una doble significación: por un lado presenta al cuerpo en sí, por el otro nos presenta a su doble convertido en signo.
Decir 'cuerpo' es nombrar algo que permanece oculto. Gracias a la aparición de sus dobles aparece el otro cuerpo, el cuerpo utópico, fantasmal: ese cuerpo soñado, desafiante, saturado de símbolos, sin el cual el 'cuerpo real' no podría existir.
© David Van Darten / Mauricio Molina