¿Estoy en la fotografía? ¿Estoy entrando o saliendo de ella?

La obra fotográfica de Francesca Woodman se ve interpretada de innumerables versiones en las cuales, y principalmente, se la analiza desde la perspectiva trágica relacionada con su suicidio a sus 22 años de edad, en enero de 1981 en New York.

Francesca proviene de una familia de artistas plásticos quienes rechazan el análisis que se le dió a la obra de su hija en el cuál pareciera que ella intenta expresar lo que sucedería después, una especie de aviso o mensaje oculto que nos lleva a pensar en el complejo final de su vida. Algunxs artistas y curadores también defienden esta versión e intentan resaltar otros sentimientos expresados por la artista en su obra como la alegría que la impulsaba a fotografiarse y el autoconocimiento en su temprana edad.

Sobre las interpretaciones basadas en premoniciones, se analiza su técnica fotográfica donde siempre se la ve borrosa, desenfocada, en movimiento, escondida, camuflada y con un aura fantasmal, como si quisiera desaparecer, dando la libre interpretación del futuro que se avecinaba.

Woodman se inscribe en la generación de mujeres de vanguardia de la década de 1970 que reivindicaron su aportación y visión del mundo, que incluye también a artistas activistas como Cindy Sherman, Martha Rosler o Ana Mendieta.